He estado un par de veces en Nueva York y siempre había dejado de lado la excursión a las cataratas del río Niágara. División natural que hace de frontera entre Estados Unidos y Canadá. Desde Boston a Búfalo hay una conexión con Jet Blue que facilitó la visita, aunque el retraso del avión me llevó a cruzar la frontera de Canadá en taxi porque no quedaban autocares a las diez de la noche.
Niagara Falls, la ciudad de las cataratas, es una especie de Las Vegas metido en plena naturaleza. Casinos, hoteles y múltiples atracciones turísticas pueblan el barrio de Clifton Hill.
Si uno se abstrae de esto las cataratas son impresionantes. Dicen que en el lado estadounidense se sienten más cerca, pero apenas se ven y en el lado canadiense se aprecian mejor, al verlas desde enfrente.
Las americanas han sufrido más la erosión y el paso del tiempo. Han caído muchas rocas arrastradas por la corriente y sólo miden 57 metros hasta el río (30 hasta la roca). Las canadienses son más impactantes con el agua cayendo a 100 metros de altura. Absorben hasta el 90% del agua frente al 10% americano. Se llaman Horseshoe Falls por su forma de herradura. Hay unas terceras cataratas algo huérfanas porque nadie se acuerda de ellas, las Bridal Veil Falls, en la parte de Estados Unidos, algo menos llamativas.
El río Niágara vierte el agua del lago Erie al Ontario formando estas enormes cataratas de origen glacial. Las cifras abruman: 110.000 metros cúbicos es la media de agua por minuto. El caudal se regula según la estación del año.
Nueve equilibristas las han cruzado por aire. Recientemente, en junio, Nick Wallenda fue el último. Muchos han muerto al intentar cruzar a nado o por voluntad propia de suicidio y solo un caso, el niño Roger Woodward., sobrevivió a un accidente al caer por ellas desde una barca. Los rápidos que forma el río Niágara también pueden ser visitados por 10 dólares canadienses desde el White Water Walk y han sido escenario de hazañas de gente que los cruzaba a bordo de un barril.
Como todo hit turístico tiene múltiples formas de visitarse. Desde dentro pasando por detrás, navegando en barco hasta ellas, desde el parque o más arriba desde la torre observatorio y desde el funicular. Te recomiendo ver la película de Alfred Hitchcock, Niagara, con Marilyn Monroe, donde se ve la ciudad de Niagara Falls apenas construida, al natural.
En barco son 19,75 dólares canadienses y, por mucho que te vistas el poncho, el agua te cala de lo lindo.
Ojo con el transporte. Si te quedas más de un día en la ciudad compensarán los 12 dólares que cuesta el billete de WeGo. Sino, los autobuses locales, por 2,5 dólares es una buena opción. Se pueden pagar en dólares estadounidenses e incluso si no te alcanza el dinero suelto te dejan subir.
Siguiente parada Toronto, a dos horas de autobús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario