Fallingwater: un icono del siglo XX
¿Ahora aterriza en Washington y viaja tres horas en coche desde aquí? Incompresible para cualquier policía de fronteras de Estados Unidos sí. Visitamos el icono de la arquitectura del siglo XX: la casa Fallinwater de Frank Lloyd Wright (Oak Park, Illinois 1867 - Phoenix, Arizona 1959). Está en mitad de un bosque, en Bear Run, cerca de Pittsburgh (Pensilvania). Después de seguir un camino sin asfaltar, entre grandes árboles, surge esa fotografía tan repetida:
Edgar Kaufmann (1885-1955) era un prominente empresario en Pensilvania. Dueño de los almacenes del mismo nombre en la ciudad de Pittsburgh. Un día, su hijo, Edgar jr., quedó fascinado al contemplar una maqueta del modelo ideal de ciudad que Wright tenía expuesta en sus almacenes. Después cursaría estudios de arquitectura en Taliesin, la casa taller de Wright, cuenta una apasionada guía bajo.
Edgar y Eliane, los Kaufmann se casaron en 1909 y pertenecían a la alta sociedad de Chicago de los años 20-30. Tenían unos terrenos con cabañas, en Pensilvania, donde solían pasar fines de semana y organizar un campamento de verano. Ese fue el lugar elegido para Wright. Sin embargo, los Kaufmann pensaban que construiría la casa frente a la cascada, no sobre la misma. Por otro lado, en Palm Springs, California, el arquitecto Richard Neutra, les hizo otra "casita". En 1913 sus almacenes lograron un beneficio de 30 millones de dólares y eso ayudaba.
El arquitecto de Chicago empezó a convencer a la familia Kaufmann de la necesidad de tener una mejor casa, que esas cabañas deterioradas, y ahí surgió una amistad, interesada o no, a partes iguales. Pero el empresario dudaba de la viabilidad del proyecto, hecho de hormigón armado y sujeto únicamente sobre una estructura horizontal enlazada a un núcleo vertical. Kaufmann consideraba que Frank Lloyd Wright tenía poca experiencia con este tipo de construcciones y encargó a escondidas un estudio a unos ingenieros de la ciudad del viento. En secreto, aumentaron la cantidad de hierros en la estructura del voladizo, lo que provocó que no cuajara bien el hormigón y, en los primeros meses, ya presentaba una severa inclinación. Se cuenta que Wright se enfadó de tal manera que amenazó con abandonar el proyecto y Kaufmann quemó los bocetos en la chimenea de la casa.
Al principio el proyecto trajo muchas discusiones y se encareció de forma considerable, pero al término de sus vidas, la unión Wright-Kaufmann era muy fuerte. A escondidas de Wright, construyeron un muro para sujetar el voladizo. Es entonces cuando Wright decide incorporar a la obra a su ayudante Mosher. La obra se completó en un año: de 1936 a 1937. Tiempo después, sería construida una réplica algo más modesta, en la colina posterior, para el servicio, pero con la misma idea de terrazas y voladizos. Aquí está la piscina de agua natural. Esta va cayendo de la montaña y llena el vaso. Detrás, los chóferes aparcaban los coches en el garaje, lejos de la vista de la casa principal. Ambas viviendas están unidas por un pasillo cubierto.
La testarudez de ambos hombres queda patente en un escritorio que hay junto a una ventana de la planta superior. Kaufmann quería una mesa amplia para estudiar sus papeles y Wright la prefería estrecha para poder abrir la ventana. ¿Solución? Hacer una mesa con hueco para la abertura del cristal.
Antes de construir la casa sobre la cascada, Wright elaboró un estudio pormenorizado del terreno y sus curvas de nivel. Numeró cada piedra y cada árbol. No quería perjudicar el lugar elegido. Lo verás en las piedras que se introducen por los muros. Algunos árboles atravesaban las estructuras horizontales. Hoy sólo queda el hueco que ocuparon.
Liliane Kaufmann, mujer y esposa, no entendía la falta de armarios. Quería más espacio para guardar cosas. Al final, la sencillez de la casa le hizo ver que menos es más. No hace falta acumular menajes y demás elementos para ser feliz. Wright diseñó los dormitorios mucho más pequeños que las grandes estancias porque las habitaciones sólo se utilizaban para dormir y le parecían un derroche de espacio. Las terrazas y salón llegan a ser el triple que los dormitorios. Quería unir la naturaleza del exterior con el interior. Grandes ventanales permiten escuchar el bosque y el agua de la cascada. Esta sencillez e importancia de la naturaleza vienen de la pasión que Wright sentía por la arquitectura japonesa. Liliane, tiempo después comentó que por muchos viajes alrededor del mundo que había hecho, donde más había aprendido era viviendo en esta casa.
La integración de los elementos es tal que, si te acercas a las ventanas, comprobarás que el cristal está unido a la piedra. No existe pieza de metal entre medias. La casa, con chimenea en el salón principal, guardaba el calor en la piedra en invierno y, al contrario, era fresca en verano. Wright controló todos los detalles: sobre una parte de la cascada, hay una estructura en forma de ventanal que puede abrirse para recibir el frescor del agua. Otro detalle resulta la cuidada intimidad del matrimonio frente a los huéspedes: ambas habitaciones están separadas por un largo pasillo sin luz. Para evitar posibles encuentros.
Los Kaufmann pasaron aquí los fines de semana y temporadas entre 1937 y 1963, año en que Edgar jr. donó la casa para su conservación y exposición a la Western Conservancy de Pensilvania. A lo largo de la visita aparecen lámparas de Tiffany's como setas pero lo más llamativo son dos obras de Picasso, colección de la familia Kaufmann, una junto a un baño y otra en un dormitorio.
Después de este icono, considerado por la revista Time como la mejor obra de Frank Lloyd Wright, el siguiente proyecto, terminado después de su muerte, fue el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York. En el año 2011, se ha invertido el triple del coste inicial de la casa para corregir los 11 centímetros de inclinación que sufría la terraza. La humedad continua de la casa y el desgaste del agua al pasar, hacen de este un lugar una vivienda algo incomprensible económicamente. Tan sólo dentro en la estancia principal, frente al retrato del señor Kaufmann, o asomado a una terraza para contemplar el bosque, con esa banda sonora de cascada de agua, uno consigue entender el capricho de Frank Lloyd Wright.
Si quieres ver más fotos de Fallinwater visita mi Flickr.
Actualización 8 de febrero de 2012:
Leyendo Atlantic Cities descubro que Planet Architecture ha sacado una aplicación para iPad e iPhone con imágenes de la casa, ¡así puedes visitarla sin levantarte del sofá! Claro que no es lo mismo... :-)
1 comentario:
Sin duda, fallingwater ha sido un ícono excelente sobre la historia de la arquitectura
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