Hace tiempo tuve ese pensamiento y mira por dónde ayer El Confidencial recogía mis preocupaciones... ¿Qué pasa con todo eso que dejamos online cuando nos vamos al otro barrio? Una buena idea pero también un negocio esta página web.
"Jeremy Toeman viajaba en avión y mientras miraba a través de la ventana se preguntó algo que a muchos pasajeros les pasa por la cabeza pero que pocos admiten: "¿Y si el avión se estrella? ¿Qué ocurriría con mi vida?" Estas trascendentales preguntas le llevaron a fundar el portal Legacy Locker, un sitio donde nuestros seres queridos podrán hacerse cargo de nuestro rastro en la vida 2.0 que hemos llevado, o como humorísticamente describen en el Daily Telegraph, un lugar donde 'podrá desloguearse en paz' de todos sus servicios en Internet. El asunto puede parecer trivial pero si uno echa cuentas son múltiples los servicios que se van acumulando a lo largo de los años: GMail, Facebook, FlickR, YouTube... ¿en manos de quién caerá toda esta valiosa información cuando nos vayamos al otro barrio?
Legacy Locker le permite sellar un testamento virtual por el que podrá dejar todos estos cyber-bienes a sus seres queridos y facilitar esta tortuosa transferencia. El propio Toeman aseguró haber pasado un calvario al intentar recuperar la cuenta de correo de su abuela al fallecer ésta y es que los proveedores de servicios en Internet son muy cuidadosos con esta información y los datos alojados en sus servidores. En este sentido nos viene a la cabeza el caso de Marta del Castillo y su cuenta en Tuenti, que sólo pudo ser anulada mediante una orden judicial y es que los servicios en web prefieren curarse en salud y mantener las cuentas activas a enfrentarse a posibles demandas por la eliminación, o lo que sería peor, difusión de los datos privados alojados.
Este servicio post mortem tiene un coste de 30 dólares al año y, al perecer el afectado, los 'herederos' deberán ponerse en contacto con Legacy Locker, desde donde se enviarán cuatro correos electrónicos al presunto difunto. Si transcurridas 48 horas no han tenido noticias suyas, accederán a transferir toda la vida 2.0 a sus seres queridos. Pero incluso en ese caso, los herederos deberán presentar a la empresa un certificado de defunción para verificar la muerte del cliente. El asunto puede parecer baladí pero no lo es tanto y para comprobarlo basta con responder a una serie de preguntas elementales: ¿Qué importancia tienen para nosotros nuestras cuentas de e-mail? ¿Y nuestra colección de fotos? ¿Y nuestros amigos en Facebook? Tal y como aseguran sus creadores, este tipo de empresas cubren un vacío en el mundo digital que por el momento no está cubierto.
Pero Legacy Locker no está sola en esta guerra del más allá. FindAGrave.com, por ejemplo, funciona como un cementerio virtual contando con la friolera de 32 millones de lápidas virtuales con todos los datos del finado. EternalSpace.com por su parte se sitúa a medio camino entre ambos servicios pero aporta un punto más de estilo o glamour si cabe, dentro de lo macabro. En estos servicios el fallecido podrá ordenar el envío de correos electrónicos póstumos a las personas que escoja y sus allegados podrán honrarle en una especie de velatorio virtual, en el que pueden encontrar fotos, vídeos y hasta escritos, y todo ello con la música de fondo favorita del difunto.
¿Extravagancias propias de los norteamericanos o un servicio real que por el momento no estaba cubierto? El caso es que nuestra presencia en la red va dejando un rastro y es innegable que cada vez confiamos más en los servicios en web, con lo que su contratación no pueda estar del todo fuera de lugar. A buen seguro, lejos de la barrera económica (no son servicios, por lo general, excesivamente costosos), el mayor problema con el que se toparán estos servicios sean las supersticiones y el mal fario al tocar estos temas."
[José Mendiola - 21/05/2009 + foto Flickr by IHP]
3 comentarios:
Me gusta tu blog.I estoy esperando su nuevo puestos.
No contentos con los polémicos derechos de autor, permisos de distribución y la ya eterna batalla del p2p, ahora nos tenemos que enfrentar a la privatización de nuestro legado cibernético. ¿No debería de ser éste un derecho contemplado en las normas de uso de las páginas? Y lo chistoso es que, aun en el lecho de muerte, el usuario se enfrenta a las mismas dificultades por deshabilitar sus cuentas bajo su propio mando.
De todo se hace dinero y negocio. Sinceramente, borrarse del mundo online no creo que sea tan fácil. ¿Qué preocupante no?
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